MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

“La patria os contempla”

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Sin embargo, y a pesar de todo, la necesidad se volvió a imponer y nos quedamos con la primera presidenta en la historia de México; un fenómeno que sin duda se enseñará en los próximos años en los libros de historia, pero, a pesar de ello, es importante saber bajo qué lupa se está analizando y aplaudiendo este fenómeno, pues desafortunadamente, no es la adecuada.

Lo diré de esta manera: desde que inició el proceso electoral y hasta su último día, circulaba en los medios de comunicación, con diferentes enfoques y matices la misma premisa en cada uno de los discursos que leíamos o escuchábamos: independientemente del color, México tendrá a su primera mujer ocupando el cargo más importante del país, el de la presidencia. Esto quiere decir, que aún sin darnos cuenta, o quizás viéndolo, pero ignorándolo un poco, comenzó a ganar terreno la lucha de género sobre la lucha real, que es y siempre ha sido, la lucha de clases.

Y es que partiendo de que a la historia y a las sociedades las mueve precisamente esta lucha de contrarios, lo ocurrido viene a decirnos que en el país no hemos podido, como en alguna ocasión lo mencionó el ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder nacional de todos los antorchistas, “hacer girar, una vuelta más, la rueda de la historia”, y es que independientemente de quién hubiera quedado en el poder (porque quienes encabezaban las encuestas eran ambas mujeres), la clase a la que ambas representan, no es ni de lejos, la clase de los más pobres y desprotegidos de esta nuestra patria.

Para poder analizar bien y a fondo cada suceso histórico-social que atravesamos, no podemos ignorar que dependemos siempre, de dos condiciones: la objetiva, que en este caso entenderemos como situación económica; y la subjetiva, que es, la conciencia de clase.

Para ahondar en la primera, debemos decir qué tipo de país nos ha dejado el primer gobernante de la autodenominada Cuarta Transformación. Pues bueno, he aquí solo algunos datos generales que nos ayuden a vislumbrar este panorama.

 Lo que pasó en estas nuevas elecciones no es más que una nueva demostración de que hace falta la unidad y concientización del pueblo.

Debemos empezar diciendo y haciendo memoria que en 2018, cuando inició el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, algunas de las primeras medidas que instrumentó su gobierno fue la reducción salarial y el despido de miles de trabajadores, esto, de la mano con el gastado pretexto de que había corrupción en muchos de los programas sociales existentes, argumento del que se valió para eliminar de tajo comedores comunitarios, guarderías infantiles, el programa Prospera, el Seguro Popular, el FONDEN, el Ramo 23 (del que dependían la introducción de obras y servicios), entre otras. Esto sin dejar de lado su famosa política de “abrazos, no balazos”, que cubrió a México de sangre y vistió de luto a miles de hogares mexicanos por los más de 171 mil homicidios registrados hasta la segunda quincena de enero.

En un México donde 90 millones de sus habitantes padecen de pobreza, donde se incrementaron el hambre y la miseria, donde la educación fue a la baja en cada año, donde la mala gestión de la pandemia hizo que nos posicionáramos como uno de los países donde más muertos hubo; en un país en el que la delincuencia campea a sus anchas, uno que ha sido catalogado como el más peligroso para ejercer el periodismo en Occidente, pues ha alcanzado la aterradora cifra de 47 periodistas asesinados en el sexenio de López Obrador; en fin, en un país que pareciera haber sido olvidado por Dios… uno pensaría que el resultado de estas elecciones de 2024 cambiaría.

Pero las cosas no fueron así, pues con un triunfo aplastante sobre su oponente, Claudia Sheinbaum, sí, la misma que fue responsable del desplome de la línea 12 del Metro donde perdieron la vida 27 personas y 80 más resultaron heridas, se posicionó como la primera presidenta.

Y eso fue quizás, sorpresa para muchos, pues si el gobernante anterior perteneciente al mismo partido nos había dejado un país con los mayores índices de pobreza y marginación, un alza alarmante en el desempleo, un incremento en el empleo informal; si incrementó la deuda pública, si el PIB en nuestra nación no creció conforme lo que se prometió y ni siquiera alcanzó las cifras obtenidas por otros presidentes sino todo lo contrario, fue a la baja, entonces podría suponerse que el país, harto de todo esto decidiría cambiar el rumbo por el que Morena nos ha llevado durante 6 años, pero eso no ocurrió.

Así que entonces, quizá, debería analizarse la parte subjetiva de este fenómeno, que es precisamente, la conciencia de clase. Y es que esta arista se vuelve todavía mucho más importante que la anterior, pues en México, y quizás en otras partes del mundo, los pobres, no se ven a sí mismos como hermanos de una misma clase social; la palabra “pobre”, ayudada por los medios de comunicación al servicio de las clases poderosas, ha adquirido una connotación despectiva, se ha vuelto, pues, un insulto, haciendo que todos aquellos que dependen de su fuerza de trabajo para sobrevivir, nieguen pertenecer a este estrato. Pero es que, no lo olvidemos, si no somos dueños de los medios de producción, si dependemos de un salario que algún patrón o el mismo Estado nos pagan, entonces, somos parte de esta clase más desfavorecida.

Y aprovechándose de esta desunión y esta falta de identidad de clase que existe entre la gran mayoría de los mexicanos, los gobernantes en turno aprovechan cada oportunidad para disolver a la gran fuerza que puede y debe ser el pueblo, pues a sabiendas de que sin la organización no se moverán ni un ápice los cimientos de la sociedad tal y como la conocemos, busca que esta división se vuelva cada vez más profunda, y para ello, aprovecha cualquier mecanismo del que pueda valerse; en este caso, lo que le ha funcionado bien y casi a la perfección para continuar con el sometimiento y adormecimiento de las conciencias han sido sus transferencias de dinero, que para no ahondar más en el problema que ya conocemos, diremos lo que ya sabemos: ese dinero no sale de los bolsillos del señor presidente, sale precisamente de los bolsillos de todos los mexicanos al pagar, cada uno de nosotros, nuestros impuestos.

Así que lo que pasó en estas nuevas elecciones no es más que una nueva demostración de que hace falta la unidad y concientización del pueblo; hace falta que el pueblo, ayudado, ahora sí, de líderes honrados y emanados de esa misma clase, se encamine a una lucha no meramente por el poder, sino por el cambio de clase en ese poder. Amigos: lo que se nos viene es un trabajo mucho más arduo y abnegado para encaminar a nuestros hermanos de clase a un mejor futuro; de muchos de nosotros depende que así sea. No olvidemos lo dicho por José Saramago en alguna de sus obras: “La patria os contempla”.

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