MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La tecnología, un privilegio de pocos en la era digital

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La evolución tecnológica desde los años 90 hasta la actualidad ha sido vertiginosa y profundamente desigual. Hemos transitado de teléfonos celulares rudimentarios a dispositivos inteligentes que concentran poder y conocimiento, pero solo para un sector privilegiado de la sociedad.

Las generaciones han experimentado cambios radicales en su relación con la tecnología. Mientras los millennials y la generación Z navegan con naturalidad por mundos digitales complejos, millones de personas permanecen excluidas de esta revolución tecnológica. En México, por ejemplo, aproximadamente el 40% de la población no tiene acceso a internet (según datos del INEGI), lo que evidencia una brecha digital abismal.

Las grandes corporaciones tecnológicas promueven una narrativa fascinante de innovación: gafas de realidad virtual, inteligencias artificiales avanzadas, asistentes digitales - todo aparentemente diseñado para "facilitar" nuestra vida-. Sin embargo, detrás de esta fachada de progreso, se esconde una realidad más oscura: la tecnología no busca democratizar oportunidades, sino concentrar riqueza.

Empresas como SpaceX, Blue Origin y Virgin Galactic invierten millonadas en proyectos para colonizar otros planetas, mientras ignoran sistemáticamente la destrucción de nuestro propio ecosistema. Es paradigmático que estos gigantes corporativos - liderados por multimillonarios como Elon Musk - prefieran planear una "fuga" planetaria en lugar de resolver problemas urgentes de la humanidad.

La tecnología no busca democratizar oportunidades, sino concentrar riqueza.

La tecnología actual no está orientada a combatir la pobreza; está diseñada para hacer más ricos a los ya privilegiados. Cada innovación tecnológica parece responder más a los intereses de corporaciones que a las necesidades reales de poblaciones marginadas. Mientras algunos discuten sobre viajes espaciales, existen comunidades enteras sin acceso básico a agua potable o alimentación adecuada.

Es imperativo que las grandes empresas tecnológicas reorienten sus estrategias. En lugar de soñar con colonizar mundos distantes, deberían concentrar recursos en resolver problemas fundamentales: reducir la pobreza extrema, garantizar servicios básicos y crear oportunidades reales de desarrollo para las poblaciones más vulnerables.

La realidad es demoledora - en pleno siglo XXI, millones de personas siguen sin experimentar los beneficios de la revolución tecnológica. Los gobiernos, en complicidad con corporaciones, continúan ignorando esta desigualdad creciente. La tecnología, lejos de ser un elemento democratizador, se ha convertido en un instrumento de segregación y concentración de poder.

Nuestra obligación es cuestionar este modelo - exigir que la innovación no sea un privilegio, sino una herramienta de transformación social genuina y significativa.

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