MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Obrador y Barbosa, poco inteligentes ante la pandemia

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‘Quédate en casa’. Esa es la consigna que escuchamos mañana, tarde y noche. Desde antes de que el gobierno federal declarara que es mejor permanecer en casa para no agravar la contingencia que estamos viviendo, ya veíamos el lema por doquier. Negocios, escuelas, familiares, las redes sociales, todos actuaron con más presteza que el gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador y pedían: ‘por tu bien, quédate en casa’. Hoy el primer mandatario dice, a regañadientes, ‘todos a casa’ porque si no el acabose vendría encima.

Todos a casa, dice. Ajá, pero, en México, de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) existen más de 73 millones de mexicanos que se encuentran excluidos del mercado formal de vivienda, o sea, que no pueden acceder a algún tipo de crédito para adquirir un hogar. Además, el 13.3 por ciento de la población vive en indigencia, es decir, 14 millones 940 mil mexicanos viven en condición de calle, son homeless como dice nuestro país vecino, esto basado en la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).

Todos a casa, dice. Pero qué con los 15 millones de mexicanos que no tienen más que cartones y periódico para pasar la noche; qué con aquellos que viven en cartolandia, porque en su vida van a poder adquirir una de las costosas –y deficientes- viviendas que presumen las inmobiliarias y los programas crediticios. Todos a casa, dice. Pero, ¿a qué casa? Y eso que se supone que todos tenemos derecho a una vivienda digna. Pero parece que el gobierno no está muy bien enterado.

Ahora bien, para los que están en una situación ‘mejor’ y tienen una pequeña casa, aunque aún se la sigan descontando de la nómina. Ellos sí pueden irse ‘todos a casa’ porque la tienen, de cocina, sala-comedor, baño y un solo cuarto para todos, o dos, en el mejor de los casos, pero la tienen. Este otro sector se enfrenta a otro tipo de problemas. Vayamos desglosando parte por parte.

Para no ir tan lejos, en la capital poblana, recientemente, se dio a conocer en la capital poblana hay todavía 60 mil viviendas que no cuentan con agua potable, lo que se traduciría en más de 300 mil personas que sufren por la falta de este servicio básico. Una de las recomendaciones básicas para evitar el contagio de coronavirus es el lavado frecuente de manos con agua y jabón, según lo dicho por la Organización Mundial de la Salud (OMS). En la capital poblana, hay colonias en donde a la gente le ‘cae’ agua una vez cada quince días o tan sólo una vez al mes y, esa, la debe ocupar para todo lo que se necesita. Las familias de las colonias más humildes se ven forzadas a ahorrar el máximo de agua para que esta les rinda, porque de otra forma tendrían que comprar pipas con el líquido. Paso número uno, listo: todos a casa. ¿Y luego? ¿Cómo van a enfrentar las familias la contingencia y a acatar las recomendaciones de la OMS para no enfermarse si ni siquiera se pueden lavar las manos porque en sus casas no hay agua? Y, cuando las familias se organizan y piden el agua al ayuntamiento, que en este caso encabeza la morenista Claudia Rivera Vivanco, la respuesta es una puerta cerrada.

Y suma. Ya decíamos que las familias que no tiene agua se ven forzadas a comprar el líquido a pipas que la transportan. En relación a eso va el segundo problema que enfrentan y que se puede dividir en dos: Dinero y empleo.

Quienes tienen la posibilidad de irse a sus casas lo hacen con, al menos, tres alternativas: 1) el llamado home office, o sea, seguir con tus actividades laborales desde tu casa, aunque eso supondría que el trabajador tenga una red de internet en su casa; 2) ir a su casa, cesado de su trabajo con sólo un porcentaje de su salario, que rara vez sobrepasa el 50 por ciento; y 3) ser despedido o cesado sin goce de sueldo y, por ende, sin prestaciones.

En el primer de estos casos, el trabajador podría seguir subsanando los gastos normales de su vivienda; en el segundo, tendría que realizar varios recortes en su hogar para salir avante; en el tercero, se le deja desvalido. Este tercer caso es el de muchos otros que no pueden irse ‘todos a casa’. Hablamos del sector informal de la población, del que vive día a día de lo que produce y comercia.

Datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía, arrojan que, en la entidad poblana, dos millones 905 mil 717 personas trabajan en algún empleo informal, es decir, laborar en la vía pública o en espacios que no estén constituidos como empresa. Los comerciantes ambulantes son quienes engrosan la mayor parte de este número y, ellos, si no salen a las calles, no venden, si no venden, no pueden llevar ingresos a sus casas y, sin ingresos, no pueden mantener a sus familias. Ellos no pueden irse ‘todos a casa’ aunque quisieran, porque, como informales, no tienen seguridad laboral ni mucho menos prestaciones. Y todavía se les recrimina que no se vayan a sus casas, pero, ¡cómo! Si el gobierno nunca les ha dado posibilidades para convertir su empleo en uno formal. Si son ambulantes no ha de ser por gusto, sino porque en el estado no se crean las suficientes fuentes de empleo que le permita a cada persona en edad de trabajar emplearse para salir adelante.

Hasta aquí podemos detectar varios problemas: falta de vivienda digna, falta de agua, falta de empleo digno y bien remunerado y, con ello, dificultades para adquirir la canasta básica completa. El informe "índice de la Tendencia Laboral de la Pobreza", que elabora el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), reveló que, en la entidad poblana, los ingresos de los trabajadores poblanos no son suficientes para solventar

lo necesario, pues el 44.1 por ciento de los trabajadores no puede costear con su salario toda la canasta básica, lo que requiere de un mínimo de 5 mil pesos mensuales. Así, ¿cómo?

Y como nuestro flamante gobernante, Luis Miguel Barbosa Huerta, sigue el ejemplo del señor presidente, el remedio que le ha dado a la sociedad poblana es ¡un mole de guajolote! Y, si eso no le funciona a la gente, siempre pueden recurrir al "¡caldo de pollo con su cebollita y chile bien picoso y ajo!", sin olvidar que dice que "nosotros pobres, somos inmunes" al Coronavirus. Seguramente por eso no se ha esforzado ni un poco en resolver los problemas que aquejan a los sectores más humildes de la población. Lo que dijo Barbosa fue hasta burla internacional. Con esas frases y más con sus acciones, Barbosa demuestra que no sólo es un ignorante, sino que los poblanos y nuestros problemas no le importamos en lo más mínimo. Sólo espero que no se le olvide que la gente tendrá esto presente y pasará a la historia como el peor gobernador que Puebla ha tenido. Que conste.

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