La Organización Internacional del Trabajo (OIT), en un informe llamado "Medir los progresos en la lucha contra el trabajo infantil - Estimaciones y tendencias mundiales 2000-2012 (OIT-IPEC, 2013)", afirma que:
El número global de niños en situación de trabajo infantil ha disminuido en un tercio desde el año 2000, pasando de 246 millones a 168 millones. De los cuales más de la mitad, es decir 85 millones, efectúan trabajos peligrosos. La región de Asia y el Pacífico continúa registrando el número más alto de niños (casi 78 millones o 9.3% de la población infantil), pero el áfrica Sub-sahariana continúa siendo la región con la más alta incidencia de trabajo infantil (59 millones, más del 21%). En América Latina y el Caribe, existen 13 millones (8.8%) de niños en situación de trabajo infantil, mientras que en la región del Medio Oriente y áfrica del Norte hay 9.2 millones (8.4%). La agricultura continúa siendo de lejos el sector con el mayor número de niños en situación de trabajo infantil (98 millones, o 59%), pero el número de niños en los servicios (54 millones) y la industria (12 millones) no es insignificante – la mayoría se encuentra principalmente en la economía informal.
Por otro lado, en el portal de la misma OIT, se informa, con ocasión del Día mundial contra el trabajo infantil de 2015, que "...La persistencia del trabajo infantil tiene sus raíces en la pobreza, la falta de trabajo decente para los adultos, la falta de protección social y la incapacidad para asegurar la asistencia de los niños a la escuela hasta la edad mínima legal de admisión al empleo." Podemos concluir entonces, que los datos de la OIT, acerca de la disminución del número global de niños en situación de trabajo infantil no son tan ciertos como dice, pues, del año 2000 a la fecha, todo mundo lo sabemos, ha aumentado significativamente la pobreza en el mundo y con ella la desigualdad social; también sabemos, que de esta terrible situación, son nuestros hijos los que están pagando las consecuencias. ¿Miente la OIT?
Tan sólo en nuestro país, según Oxfam México (una organización no gubernamental, que según declara, trabaja para encontrar soluciones a la pobreza y a la injusticia del mundo) en un artículo atribuido al Doctor Gerardo Esquivel, que es maestro en Economía por El Colegio de México y Doctor en Economía por la Universidad de Harvard, actualmente Profesor-Investigador del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México y miembro del Sistema Nacional de Investigadores Nivel III. Se dice los siguiente: "Mientras la riqueza de los 4 millonarios más ricos de México representa ya el 9% del PIB mexicano, más de la mitad de los y las mexicanas (el 54.4% de la población) permanece en pobreza. Es decir, más de 50 millones de mexicanos y mexicanas. Es necesario reconocer la magnitud de la desigualdad que caracteriza a México, un lastre que, desde hace tiempo, ha limitado el crecimiento económico del país y lo ha sumido en un círculo vicioso de pobreza." Entonces, si como dice la OIT, "la persistencia del trabajo infantil tiene sus raíces en la pobreza", no hay duda, en México -y seguramente que también en el mundo entero- el número global de niños en situación de trabajo infantil aumenta peligrosamente, en vez de disminuir.
Recientemente, la organización no gubernamental Save the Childrens, en voz de su directora, María Josefina Méndez, declaró a El Universal, que "se tiene registrado que en México al menos dos millones de niños trabajan y que una tercera parte lo hace en el sector agrícola"; pero, más adelante, en la misma nota afirma, "se cree que la cifra negra es de casi cuatro millones de menores que trabajan." Claro, esto se explicaría por los datos ciertos aportados por Oxfam y el Dr. Ricardo Esquivel.
En Colima hay que destacar la nota publicada por el Diario de Colima del día 30 de abril, donde aporta datos de Coneval y UNICEF; en ella dice que "la mitad de los niños colimenses vive en situación de pobreza, debido a que su familia carece de los ingresos necesarios para cubrir los satisfactorios necesarios." Según datos de INEGI, correspondientes a 2015, existen 164 mil 800 niños y adolescentes en Colima de entre 5 a 17 años. Según el Modulo de Trabajo Infantil (MTI), el 23.6 por ciento, es decir, unos 39 mil 552 niños, realiza una actividad económica; de ellos, 12 mil 261 pequeños no asiste a la escuela, y 27 mil 290 combinan el trabajo y la escuela, lo que seguramente incide en un bajo rendimiento escolar. Y aquí, según los datos aportados por la OIT y Oxfam México, tampoco hay duda, en Colima también está aumentado la pobreza y la desigualdad social y los niños colimenses también están pagando las consecuencias.
No nos engañemos, hace mucho que aprendí del maestro Aquiles Córdova , líder nacional de los antorchistas, que el "día del niño", pertenece a la misma categoría y juega la misma función que todas las demás fechas oficiales dedicadas a homenajear a una determinada profesión o a un determinado grupo social: día del niño, día del cartero, día del anciano, día del policía, día del maestro, día del compadre, día de los novios y así hasta el hartazgo, hasta la náusea. Se trata, en el fondo, de un acto de manipulación colectiva que persigue lograr la adhesión y el agradecimiento del homenajeado hacia los promotores del homenaje que, en última instancia, resultan ser siempre los personeros del sistema, vale decir, el sistema mismo a muy bajo costo: un acto oficial, un discurso y asunto arreglado.
Si los gobiernos, como dicen ahora, realmente quieren darle felicidad duradera a los niños en su día, entonces que le den empleo seguro y bien pagado a sus padres; que dejen de exprimirlos implacablemente con impuestos injustos y tramposos; que se invierta más, pero muchos más recursos, del gasto social, para mejorarle la vivienda, la salud, la educación y los servicios; y entonces sí, si quieren también llévenlos al circo.
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