MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Qué sigue después del imperialismo?

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El capitalismo, como las sociedades anteriores (comunismo primitivo, esclavismo y feudalismo), se desarrolla y desaparecerá. Su primera etapa fue la manufactura, la segunda es la revolución industrial que implica la maquinización de la producción, luego profundiza la tecnificación para llegar a su etapa madura actual, que es el imperialismo.

El imperialismo surgió como resultado del desarrollo del capitalismo con sus características y contradicciones. En lo económico, el imperialismo sustituye la libre competencia capitalista por el monopolio capitalista.

El capitalismo monopolista ha agudizado todas las contradicciones del capitalismo, produciendo lo suficiente para cubrir las necesidades del planeta, mientras perpetúa la pobreza y la desigualdad a través de la concentración de la riqueza.

Lenin dijo que la libre competencia es el rasgo fundamental del capitalismo y de la producción mercantil en general.

Pero ya en el imperialismo se presenta la existencia de la supremacía total de los monopolios de los países avanzados por el alto grado de desarrollo de la concentración de la producción, que provoca la existencia de unos cuantos multimillonarios a costa del desplazamiento de los pequeños capitales. Así se manifiestan la concentración y centralización de los capitales.

Lenin define así al imperialismo: como el capitalismo en la fase de desarrollo en que se ha implantado el dominio de los monopolios y del capital financiero, en que la exportación de capital ha adquirido gran relevancia, en que los trusts internacionales han empezado a repartirse el mundo y en que ha terminado el reparto del planeta entre las grandes potencias capitalistas. En la etapa imperialista del capitalismo la base económica es el monopolio.

Los monopolios se forman con el aumento de la plusvalía que crea el obrero y que se apropian los capitalistas. La alta concentración del capital en unas cuantas manos genera la ruina de los pequeños capitales, tal como lo hace el capital comercial de Walmart, The Home Depot, Costco, McDonald’s, etcétera, que han arruinado a muchos pequeños comercios.

Pero en la fase imperialista del capitalismo las empresas productivas ya no son las dueñas de la economía del mundo, sino que ahora son los bancos, el capital financiero, que se forma a partir del capital bancario y el capital industrial.

Ahora el capital financiero se apodera de la plusvalía en forma de intereses. En la actualidad, este capital es el que mueve la economía del mundo.

Desde hace cien años, Lenin ya distinguía al imperialismo como la expresión de la explotación, cada vez mayor, de un puñado de naciones más ricas o poderosas sobre las naciones pequeñas. Calificó al imperialismo de parasitario y decadente.

Las naciones poderosas colonizan los países pobres de África, del medio Oriente y algunos de América Latina para obligarlas a recibir sus mercancías y capitales, tal como lo ha hecho Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Japón y otros países, que se han asegurado los mercados para acomodar sus mercancías y apropiarse las materias primas de los países colonizados.

En la fase imperialista se sigue produciendo más y más, pero con la elevada tecnificación muchos obreros son desplazados y hay disminución de consumidores. Sin embargo, el capitalista no produce para consumir sus mercancías, sino para extraerle plusvalía al obrero y convertirla en ganancia en el mercado; de ahí la feroz lucha de los capitalistas por los mercados.

Lenin dijo que, al mismo tiempo, los monopolios, que surgen de la libre competencia, no la eliminan, sino que existen por encima y al lado de ella, engendrando así contradicciones, fricciones y conflictos agudos e intensos. Así se explica, en las últimas décadas, el intervencionismo bélico del imperialismo de Estados Unidos en Afganistán, Irak, Siria, Yemen, Libia, Túnez y otros países de África.

El capitalismo monopolista ha agudizado todas las contradicciones del capitalismo. Hoy se produce lo suficiente para que los casi 8 mil millones de habitantes que somos en el planeta pudieran satisfacer sus necesidades, pero debido a la concentración de la riqueza en unas cuantas manos, las relaciones sociales y la estructura económica, en realidad sigue habiendo hambre y pobreza.

Según el Banco Mundial, casi la mitad de la población mundial no satisface sus necesidades básicas. Y en México, de los 130 millones de habitantes que hay, los pobres somos 98 millones de personas (Julio Boltvinik).

Desde sus orígenes, el imperialismo ha conseguido dominar el mundo; Estados Unidos quiere controlarlo de forma hegemónica.

En contraparte, Rusia, China y otros países plantean un “mundo multipolar” donde las demás naciones tengan posibilidades de desarrollarse, aumenten sus riquezas y puedan satisfacer las necesidades de su población en alimentos, salud, educación, vivienda, etcétera. Es decir, buscar terminar con el imperio económico y político norteamericano y dar lugar a más polos de desarrollo en el mundo.

La historia nos enseña que cuando el pueblo se organiza y lucha puede generar transformaciones sociales de gran envergadura.

Por ejemplo, cuando el pueblo ruso, que ya había creado su partido y había tomado el poder en Rusia, combatió y derrotó a los nazis en la Segunda Guerra Mundial, salvando así al planeta entero de la dominación nazi.

En las circunstancias actuales, a los pobres del mundo y de México nos corresponde frenar al imperio de Estados Unidos, que es el continuador de los anhelos dominadores y controladores de Hitler.

Necesitamos trabajar en la conciencia del pueblo trabajador sobre la necesidad de construir un mundo multipolar con más posibilidades de desarrollo para los países rezagados como México.

La dictadura económica y militar estadounidense está llegando a su fin porque ya no tiene más que ofrecerle a la humanidad, solo los mismos problemas que ya existen y que se han estado agudizando.

Como ahorita los pobres no podemos hacer mucho en el terreno económico ni militar, lo que sí podemos es trabajar en la concientización de los trabajadores, estudiar política, economía y geopolítica, entre otras cosas. Es decir, dar la guerra ideológica, que es un requisito indispensable para cambiar esta sociedad.

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