El pasado primero de mayo, todos los sindicatos europeos clamaron por salarios justos. Francia vivió una jornada de movilización y cólera social en una conmemoración histórica del Primero de Mayo, en la cual, más de dos millones 300 mil personas, según los sindicatos, se manifestaron en las calles de todo el país contra la política neoliberal de Emmanuel Macron y su plan de reforma del sistema público de pensiones.
El obrero se manifiesta de esta forma porque los gobiernos han hecho oídos sordos a sus demandas. Hay crisis. No había registros de una protesta tan masiva en el Día del Trabajo desde 2002. Como sucede desde el 16 de marzo, cuando Macron decidió adoptar por decreto su reforma que retrasa la edad de jubilación de 62 a 64 años para 2030.
Ante estas medidas que los gobiernos neoliberales implementan en contra del trabajador, a éste no le queda más que manifestarse y protestar. El descontento y el malestar social se deja ver ante tanto atropello en contra del trabajador.
En otros países como Alemania, Reino Unido, Italia y España, se escucha el mismo clamor: que la inflación no siga ahogando a la clase trabajadora por la pérdida de poder adquisitivo constante desde hace varios años. Las agrupaciones sindicales esperan el Primero de Mayo para salir a la calle y expresar su cólera social con cientos de actos de protesta pues los patrones no mejoran sus condiciones de vida.
El movimiento sindical francés ha ganado mucho prestigio y seguidores en la actualidad. El año pasado, cuando aún no se conocían los planes de Macron, las manifestaciones del Día del Trabajo únicamente sacaron a las calles a unas 116 mil personas, frente a más de dos millones 300 mil de este año.
A mayor injusticia, mayor protesta. El problema es que las autoridades en lugar de dar soluciones, reprimen al pueblo trabajador. Los líderes sindicales franceses coinciden que la lucha y la unidad entre los obreros es la pauta a seguir ante tanta explotación.
“No bajaremos los brazos y seguiremos en la lucha”, advirtió Sophie Binet, secretaria general de la Confederación General del Trabajo (CGT) en Francia.
Los sindicatos de Italia están en alerta ante las reformas laborales implementadas por la ultraderechista GiorgiaMeloni que no ha pedido el consenso de las partes implicadas.
Alemania también es escenario de protestas en las que casi 300 mil personas, reclamaron en las principales ciudades del país que se compense a la clase trabajadora con un aumento salarial acorde con la espiral de la inflación, para lo que hicieron un llamado a la patronal con la finalidad que se siente a negociar los contratos colectivos de forma justa y acorde a la situación actual.
“Hay que luchar por el progreso social. Por sí solos y de manera claramente racional, en el mundo de los ejecutivos no ocurrirá nada por el bien común, o por un buen mundo laboral o contra el cambio climático, aseguró YasminFahimi, presidenta de la Federación Alemana de Sindicatos (DGB).
En España se movilizaron los sindicatos para exigir a las agrupaciones patronales un nuevo contrato colectivo que mitigue la pérdida de poder adquisitivo. En Reino Unido los trabajadores reclaman ajustar sueldos en función del incremento del costo de la vida.
Turquía impidió las manifestaciones sin importarle resolver en lo más mínimo las demandas de los trabajadores.
En México el movimiento obrero es escaso y está debilitado. Lejos quedaron las manifestaciones de trabajadores que exigían aumento salarial y democracia sindical. Hay rezago de los salarios en el producto interno bruto y la evolución de la brecha laboral.
Las fuerzas sindicales en nuestro país están muy lejos de responder a las necesidades de los trabajadores. Falta organización sindical y la explotación salvaje de jornaleros agrícolas y trabajadores de aplicación. Los saldos positivos de la balanza agropecuaria en México tienen un rostro invisible: la devastación ambiental y la explotación salvaje de la mano de obra. El gran éxito de la agricultura de exportación mexicana camina de la mano del abatimiento de los mantos freáticos, el agravamiento de la dependencia alimentaria y la despiadada utilización de jornaleros agrícolas en las fincas agroindustriales. Son inhumanas las relaciones laborales a las que se ven sometidos unos 2 millones, afirma el periodista Luis Hernández Navarro. (La Jornada, 2/05/2023).
Salarios dignos, ya.
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