MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ser parte de la solución y no del problema, reto de los mexicanos

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Nuestro país atraviesa por una serie de situaciones que nos deben preocupar a todos, desde la sequía que afecta gran parte del territorio hasta las amenazas del presidente Donald Trump de imponer aranceles a México, lo que pondría en riesgo su estabilidad económica si nuestro gobierno no se somete a sus órdenes y detiene el trasiego de sustancias ilícitas y la ola de migrantes que cruzan por nuestro territorio en busca del llamado “sueño americano”.

A millones de mexicanos se nos va la vida buscando qué llevar de comer a nuestros hogares y nos olvidamos de los problemas nacionales, esos que son la raíz de todos los males que padecemos.

A esto se suma la difícil situación que viven millones de ciudadanos, a quienes se les consuela con la promesa de un país de bienestar basado en transferencias monetarias.

Lo que ocurre con el país vecino no es un asunto menor, pero sucede porque nos ven como un país pobre e ignorante, sumiso. Si a esto le añadimos la crisis interna de inseguridad, las reformas a nuestra Constitución y la falta de soluciones a demandas básicas como agua, luz, drenaje, escuelas y pavimentaciones, el panorama se torna aún más desalentador. La calidad de vida de millones de mexicanos refleja esta realidad.

Con todo respeto, gran parte de la responsabilidad de lo que sucede recae en el pueblo. No en todos, aclaro; hay quienes luchan diariamente por mejorar sus comunidades, pero son pocos. La mayoría se ha vuelto espectadora de su propia realidad, justificándola y creyendo que su condición es un designio divino.

No los culpo por esa mentalidad, pues es el resultado de una estrategia gubernamental de años: hacer creer a los pobres que su situación se debe a la flojera, el vicio o la falta de ahorro. Ese discurso ha beneficiado a los poderosos y debe terminar.

Es necesario que entendamos, al menos los sectores más vulnerables, que el cambio comienza en casa, en nuestras acciones diarias. Creemos que los problemas son tan grandes que nuestras decisiones individuales no importan, pero esa mentalidad es parte del problema. Organizarse con los vecinos para exigir agua, luz y drenaje es solo el inicio de algo más grande: la transformación de conciencias.

Millones de mexicanos viven preocupados por llevar comida a sus hogares, pagar colegiaturas, comprar medicinas y cubrir los servicios básicos, olvidando que los problemas nacionales son la raíz de estos males. México enfrenta inseguridad, desigualdad y corrupción, entre muchos otros desafíos. 

Pero en lugar de quedarnos en la queja o el pesimismo, ¿qué pasaría si todos decidiéramos ser parte de la solución? Creemos que sólo los políticos tienen el poder de cambiar las cosas, pero la realidad es que el cambio empieza en el pueblo organizado.

El reto que propongo es colectivo, requiere compromiso y constancia. Cada acción cuenta, y el cambio comienza por uno mismo.

Si los mexicanos adoptáramos esta mentalidad, veríamos un país más unido, justo y próspero. Hay mucho por resolver, necesitamos reconstruir lo que el segundo piso de la cuarta transformación está destruyendo.

Abrir los ojos y no caer en sus mentiras es parte de la solución: sólo nos venden esperanza con discursos bonitos, pero en la práctica hacen lo contrario. México está cansado de eso. 

Debemos actuar, exigir, luchar, informarnos y ser solidarios con las causas más nobles. Esa es la tarea. Depende de nosotros cumplirla y avanzar.

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