Este 5 de mayo se cumplieron 205 años del nacimiento de Karl Marx, quien nació en el año de 1818. Marx es uno de los pensadores más importantes de nuestro tiempo. ¿Cómo puede ser esto posible si Marx nació hace poco más de 200 años? ¿Qué hay en sus escritos que resulta vigente para los días que corren? Tal vez la respuesta base a estas preguntas se encuentre en el contexto en que Marx escribió y la postura que tomó sobre este contexto. En 1800 el capitalismo experimentaba y promovía un aceleramiento en la producción. Ya era un sistema afianzado económicamente en distintos países de Europa, siendo Inglaterra su puntal. Marx vivió la experiencia de perfeccionamiento de la producción capitalista, su expansión hacia otros países, así como la consolidación política de la clase capitalista.
Por esto, en sus escritos es posible encontrar análisis sobre la organización capitalista de la producción, sobre la forma en que este modo de producción utilizaba el mundo entero para su desarrollo, pero también sobre los conflictos políticos entre distintos sectores de la población, surgidos estos últimos, precisamente, durante el proceso de consolidación política del capitalismo. Estos tres puntos serán mencionados en esta exposición.
Sobre el primer punto vale la pena detenerse en uno de los aspectos esenciales del amplio trabajo que Marx hizo analizando el sistema de producción capitalista. Desde un primer vistazo es claro que el capitalismo es un sistema que produce mercancías, es decir, productos destinados a ser vendidos o comprados; es la mercancía, entonces, la unidad sobre la que se funda todo el sistema. Marx se detuvo y analizó esta unidad, pero no lo hizo como una tarea marginal de un proyecto mayor, sino comprendiendo que en las contradicciones de esta unidad básica se resumían las contradicciones más amplias del sistema. Con el trabajo teórico que realizó en esta dirección, Karl Marx clarificó una de las discusiones principales de la economía política: ¿cómo se produce la riqueza? Algunos de los economistas clásicos decían que la riqueza era producto de la tierra; otros, del comercio; pero Marx descubrió que, si bien estos elementos eran cruciales para la producción de la riqueza en el capitalismo, ninguno era suficiente. La respuesta la encontró, precisamente, a partir del análisis de la mercancía.
En la mercancía se encierra la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio. El valor de uso refiere a las características físicas que tiene una mercancía y que la posibilitan para satisfacer necesidades específicas. Dice Marx en El Capital: “La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esa utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las propiedades del cuerpo de la mercancía y no existe al margen de ellas.” (44) El valor de uso de las mercancías se constata a partir de las características propias de cada mercancía, pues estas características son las que permiten, o no, que una mercancía específica satisfaga un valor de uso. Si una mercancía no es útil, no tiene un valor de uso, entonces, no puede ser mercancía porque nadie la compraría. Pero las mercancías no solo tienen valor de uso, también tienen valor de cambio. El valor de cambio es lo que permite que una mercancía se puede intercambiar por otra. Éste, el valor de cambio, permite que se exprese una característica de las mercancías, que no se aprecia si sólo se consideran las características físicas que tiene, esta es, que todas las mercancías son producto del trabajo humano. El origen de las mercancías como productos del trabajo humano en general es lo que permite que mercancías tan dispares se puedan igualar y puedan, por tanto, intercambiarse entre sí. Reconociendo esta característica especial del valor de cambio, Marx da un paso de gigante en el camino de conocer con precisión el origen de la riqueza del capitalismo, pues “descubre” que el trabajo humano tiene el rol principal en el proceso de creación e intercambio de mercancías y es la verdadera fuente de riqueza del capitalismo. Las mercancías se pueden intercambiar no solo porque satisfacen necesidades, también porque son trabajo humano coagulado, condensado en una mercancía, y es este último el que determina cuánto vale una mercancía. El trabajo humano, sostiene Marx, es la base real de la riqueza en el capitalismo, son las y los trabajadores quienes crean con su trabajo la riqueza que el capitalismo necesita para continuar existiendo. Pero son precisamente estas trabajadoras y trabajadores quienes apenas gozan de la riqueza que sus manos producen. La crítica que Marx hace al capitalismo por sus injusticias y desigualdades económicas no surge solo de una perspectiva moral que califique de “malo” lo que el capitalismo trae consigo; se trata de una crítica surgida de un estudio científico y riguroso de la lógica que sigue el capitalismo para su continuidad.
Acompañando esta crítica al funcionamiento básico de la producción capitalista, Marx también reflexionó sobre las invasiones que las grandes potencias capitalista hicieron en diversos países del mundo. Por ejemplo, la invasión inglesa y en la India, destruyendo la organización social previa, pero sin ofrecer una alternativa mejor para la mayoría de la población. Hay intelectuales que han criticado la postura de Marx por una supuesta defensa de la invasión capitalista a otros pueblos del mundo, sosteniendo que Marx creía que estas invasiones representaban un avance que movería las viejas y fosilizadas estructuras sociales. El problema es más complejo. Marx sí reconocía aspectos renovadores en capitalismo, tanto en su producción rapidísima de riqueza en poco tiempo, como en la organización política que éste promovía, por lo menos como bandera, en la que defendía, por ejemplo, la igualdad de las personas. Sin embargo, el desarrollo histórico al interior de los pueblos invadidos y al interior de los pueblos invasores, provocó que Marx replanteara su defensa inicial a la colonización. En diversas cartas y escritos Karl Marx manifestó la necesidad de que la clase obrera de los países colonizados por el capitalismo se alzara en búsqueda de su independencia. El reconocimiento de esta necesidad tenía bien claro que las revoluciones promovidas por la independencia de las naciones oprimidas serían fundamentales para la emancipación de la clase trabajadora mundial. Estas consideraciones finales de Marx están lejos de hacer una defensa del colonialismo.
En el último punto, referente a las reflexiones que Marx hizo sobre la consolidación política que la burguesía estaba forjándose en el siglo XIX, vale la pena señalar uno de los movimientos proletarios más grandes de toda la historia que aconteció, justamente, en vida de Marx, se trata de La Comuna de París de 1871. En una Francia que había experimentado diversas formas de gobierno, cada una representando los intereses políticos ya sea de los terratenientes en decadencia o de los burgueses en ascenso, hubo un momento en el que la clase trabajadora de París decide tomar las riendas del gobierno e implementar una organización política completamente distinta a las anteriores. A esta experiencia se le llamó La Comuna de París y se caracterizó por tener al frente a un comité elegido por la mayoría de la población parisina. En la elección participó la clase trabajadora, incluyendo a las mujeres, lo que no había pasado en ninguno de los procesos “democráticos” que la burguesía internacional había experimentado en ese entonces. Este experimento político de la clase trabajadora duró apenas unos meses, pero este breve tiempo fue suficiente para mostrar que otro camino de organización política de la sociedad, dirigido principalmente a los sectores más desprotegidos, era posible. Caracterizando a la Comuna Marx dijo: “La lucha de la clase obrera contra la clase capitalista y su Estado ha entrado, con la lucha que tiene lugar en París, en una nueva fase. Cualesquiera sean los resultados inmediatos, se ha conquistado un nuevo punto de partida de importancia histórica fundamental.” (Carta a Kugelmann, 17 de abril de 1871). La clase obrera de París aprovechó lo mejor que pudo la oportunidad de tomar el poder político en sus manos para de él una herramienta de la clase obrera, una herramienta para la construcción de una sociedad suya. Marx participó, aunque desde Inglaterra, de ese proceso y vio en él las principales bases para la posterior lucha entre el proletariado y el estado burgués.
Es cierto que el capitalismo del siglo XXI no es idéntico al que Marx vivió, pero aunque sus formas han cambiado, su contenido se mantiene, y las reflexiones que Marx hizo sobre la esencia del capitalismo deben ser recuperadas por quienes buscan comprender las contradicciones del capitalismo, y más aún por quienes quieren transformar estas contradicciones en pro de una sociedad distinta. Las reflexiones que Marx ofrece sobre el funcionamiento de la producción capitalista, sobre el colonialismo y sobre las luchas políticas del proletariado, aportan elementos que tal vez requieran matizarse con los cambios del capitalismo moderno pero que, sin duda, son fundamentales para ir al fondo de la cuestión y para transformar radicalmente la sociedad desigual e injusta que el capitalismo ofrece para la mayoría de las personas.
*Con autorización del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales
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