En estos días en que las ciudades se pintan de naranja y la nostalgia se respira en el ambiente, los mexicanos recordamos, a través de nuestras tradiciones, a aquellos que se nos han adelantado en el camino; se hace un homenaje a la muerte, y miles se visten de las famosas catrinas, se ponen ofrendas que marcan el camino de regreso de quienes se dice, nos visitarán, y los panteones se llenan de familiares que visitan a sus muertos.
Este tipo de celebraciones en México son una forma de rendir homenaje con actividades que se realizan para recordar a familiares y amigos, y hacer válida la máxima de que solo muere quien es olvidado; pero a pesar de todos estos sentidos festejos, donde por un día la muerte no es tan mala, se deja de lado los otros días del año, en los que la muerte aparece a diario en medio de la tragedia y el dolor.
Todos los demás días del año, la muerte con sus manos huesudas y su aliento frío, acaricia la nuca de millones de mexicanos; cada día muere gente por hambre por falta de atención médica digna; muere por no tener una casa con los servicios indispensables; muere por enfermedades curables, y sigue muriendo.
Nuestro país continúa registrando cifras de horror. Según el portal de Forbes.com, aumentó la pobreza, alcanzando ya, oficialmente, al 44 por ciento de la población, es decir, pasó de afectar a 51.9 millones a 55. 7 millones de personas. Y la pobreza, ocasionada por la injusta repartición de la riqueza, en México y el mundo entero, es la causa principal de todos los males que aquejan a nuestro pueblo. Es completamente falso, como ya se ha demostrado en repetidas ocasiones, que la culpable sea la corrupción, tesis que el gobierno de la Cuarta Transformación, encabezada por Andrés Manuel López Obrador, sigue empeñado en defender.
Y a esto, hay que agregar que la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), proyectó que para finales de este año la pobreza tendrá un incremento todavía de 2.3 puntos porcentuales, lo que significa que 2.5 millones de mexicanos se sumarán a las filas de la pobreza, la misma que trae consigo como secuela otras mil desgracias, como el incremento de la inseguridad, del hambre, una deficiente atención médica, todas ellas, irremediablemente entregan a sus víctimas en brazos de la muerte.
Para nadie es novedad que el incremento de la delincuencia ha registrado también un alza notable, algo que miles de familias mexicanas sufren en carne propia día con día, o bien conocemos a alguien que la ha padecido; aquí, los datos también son terroríficos. Según un reporte de Infobae, en lo que va de 2022 se han reportado 18 mil 93 homicidios, lo que significa un promedio de 85 diarios siendo los meses más violentos mayo y julio; las entidades con los mayores niveles de violencia son Guanajuato (mil 864); Michoacán (mil 587); Baja California (mil 567); Estado de México (mil 475); Jalisco (mil 218) y Chihuahua (mil 232).
El hambre es otro de los grandes males que nos aquejan. Datos de la organización internacional The Hunger Project México mostraron que para 2022, el 55 por ciento de los hogares mexicanos clasificaron en alguna de las tres categorías de inseguridad alimentaria y de los que perteneces a las zonas rurales, el 69.1 por ciento. Este incremento ha sido también estudiado por el Inegi, que indicó que al año mueren aproximadamente 8 mil 500 personas a causa de la desnutrición, y de ese total, un promedio de 850 tenían menos de 5 años de edad.
Con estos datos como base, todo parece indicar que la política del Gobierno federal ha consistido en negar un apoyo verdaderamente significativo para las familias más humildes, dejándolas en un abandono tal que las deja a merced de la pobreza, el hambre y la mala atención médica.
Así que, no importa cuántos mexicanos han muerto, ni cuántos morirán en los meses siguientes por cualquiera de las causas ya mencionadas; aquí parece importar más decirnos que celebremos a quienes ya no están, que ayudar a los pobres a disfrutar una vida digna, aunque sea para sobrevivir en este mundo, frente a la amenaza diaria de muerte que se cierne sobre los trabajadores y la gente más humilde.
México pues, se ha vuelto un país que celebra a los muertos en una sola fecha, pero que todos los días del año suma a ese festejo a miles de hombres, mujeres y niños que fallecen debido al mal gobierno y a las casi nulas oportunidades de vivir. La muerte es algo siempre presente en la vida y es inevitable; pero también se ha convertido en una de las acompañantes preferidas del país.
Necesitamos, pues, un gobierno que verdaderamente luche de la mano del pueblo, y se suelte de la mano de la muerte.
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